lunes, 11 de junio de 2012

Diamond Flash

Diamond Flash (2011), Carlos Vermut


Película sin presupuesto para muchas cosas. La más limitante, carecer de oportunidades para haber disfrutado de una mínima distribución. La suerte es que hoy en día existe internet. Y que los malpensados no empiecen a descargarse sospechas. Filmin la ha incluido en su catálogo este pasado fin de semana.
Como bien anunciaba esta plataforma de descarga legal de películas en el email enviado a sus registrados, lo mejor en este caso es que no te cuenten nada de nada. Tampoco es mi costumbre tirar de spoilers, y tampoco lo haré hoy. Pero sí que me apetece compartir varias cosas de este particular film.
Hay algo que creo que en el cine es igual o más importante que crear buenos personajes: crear buenas atmósferas. Y cuando no tienes un duro el mérito es, como mínimo, doble. Opera prima de un director que tan sólo contaba con un escueto pero emotivo corto de 3 min y medio llamado Maquetas, premiado en algún festival y que ahora se ha atrevido con este dilatado largo de 2h10min.
Con cuatro duros, si no literalmente casi, consigue crear una atmósfera que te arrastra sin que te estés cuestionando cada 5min la parquedad de sus medios. ¿Y cómo se hace eso? Lo de siempre: empezando por un buen guión.
Lo interesante del conjunto son varias cosas. Llama la atención esa marcada austeridad, no sólo presupuestaria, sino en su lenguaje visual. Muchos planos secuencia, poquísimos personajes, escenarios casi desnudos, estructura alternativa y, por encima de todo, ese silencio turbador. Y con todo ello consigue una peli de cine negro, o si lo preferimos, de thriller contenido.
Y para darle un aura todavía más misteriosa hace algo que, en mi opinión, es su jugada más arriesgada: juega con el final. Y para mí es una lástima que no haya decidido jugar con algo diferente, porque el regusto que deja el film no llega a ser amargo pero deja una cierta sensación de frustración sobre la expectativa creada sobre algo que podría haberse cerrado, no convencionalmente, pero sí más convencionalmente.
Quizás el tono fantástico que utiliza en un momento clave sea una segunda razón para arrugar la nariz.
En cualquier caso, una experiencia más que interesante para todos aquellos que aspiramos a vivir de este mundo del cine y que, más tarde o más temprano, deberemos darnos cuenta de que pasar a la acción ya no es una opción sino una necesidad.

PARA: quien quiera experimentar con algo que tiene poco de experimento
ABSTENERSE: los que hayan pensado en volver a vibrar con Flash Gordon

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